Hoy va la cosa de peticiones al aire, y es que con toda probabilidad se las va a llevar el viento; pero no por ello nos las vamos a callar, ¿verdad? Si Eduardo Medina le pedía a Microsoft que cuide a InXile y Obsidian, yo le pido a Canonical que deje de preinstalar snaps en Ubuntu, porque lo que están haciendo no solo no es positivo, sino todo lo contrario.
Os pongo en situación para que flipéis un poco: imaginad un equipo nuevo, potente, en el que abrir cualquier aplicación por pesada que sea apenas conlleva unos instantes, si bien lo más normal es que sea prácticamente instantáneo. En ese mismo PC, sin embargo, abrir una aplicación tan sencilla y ligera como la calculadora toma medio minuto. Y quien dice la calculadora, dice el monitor de sistema, el de registros, el visor de caracteres… Es decir, algunas de las aplicaciones que Canonical, vaya usted a saber por qué, ha decidido preinstalar como Snap en las últimas versiones de Ubuntu.
Es cierto: desconozco por qué en Canonical están haciendo esto, por lo que podría haber una razón de fondo que lo justifique. Por ejemplo, las tres últimas versiones de Ubuntu han llegado con Nautilus 3.26 instalado desde los repositorios corrientes, pero con sus dependencias empaquetadas como Snap. Esto tiene su justificación en conservar el soporte de los iconos en el escritorio que GNOME 3.28 fulminó. Es comprensible, aunque es de esperar que en próximas versiones integren la nueva extensión para tal menester que está desarrollando el mantenedor de Nautilus.
Ahora bien, ¿la calculadora? ¿El monitor de sistema? Sinceramente, se me escapa el motivo… Pero lo que he hecho es desinstalarlas e instalar las de los repositorios sin ninguna merma en la funcionalidad a priori y con una diferencia en el tiempo de ejecución importante. Probado en Ubuntu 18.04 LTS y Ubuntu 18.10.
Cabe señalar que la lentitud de arranque de las aplicaciones Snap se debe a que no están instaladas como el resto, sino que tienen que montarse cual unidad independiente, he ahí una de sus supuestas ventajas de seguridad. Además, solo tardan en arrancar la primera vez, las demás son igual de rápidas que las aplicaciones normales… hasta que reinicias la sesión, claro.
Snap (o Flatpak, AppImage, etc) son un gran recurso al que acudir para facilitar la instalación o actualización de determinadas aplicaciones, lo hemos repetido mil veces. Pero convertirlas en la norma sin razón se antoja una idiotez. Hay muchas formas de asegurar un sistema Linux y forzar la utilización de estos formatos no es una de ellas, cuando se hace a costa de la experiencia de usuario. Y si de lo que se trata es, quizás, de mantener alguna funcionalidad concreta, creo que Canonical debería ser consciente a estas alturas de la película de qué es y hacia dónde va GNOME.
Y todo esto lo dice alguien a quien le parece fenomenal que Canonical le meta mano al escritorio para pulir las insuficiencias que presenta para el usuario común…, pero con cabeza, por favor. ¿Alguien sabe por qué pasa esto?
Post original en: muylinux.com